viernes, 20 de mayo de 2011

DE MARCHAS Y PROTESTAS (II)

En España, las marchas del 15 de mayo en contra del bipartidismo del PP y el PSOE, movilizaron a miles de personas en las principales ciudades y evidenciaron el inconformismo de un país que no supera los estragos de la crisis financiera e inmobiliaria de 2008. No obstante, esa motivación inicial se desbordó a los pocos días y llevó a cuestionar no solo la partidocracia existente, sino la prevalencia de una democracia poco plural, fundada en la reivindicación de una libertad individual que no va más allá de la libertad de empresa. Para los marchantes, dicho modelo pareciera otorgar derechos y libertades a quienes motivaron la crisis, en desmedro del conjunto de la sociedad y, en especial, de sus capaz medias.                   

Así, colectivos como “¡Democracia real ya!” o “Juventud sin futuro”, de ser unos perfectos desconocidos en el escenario político español pasaron a convertirse, en muy pocos días, en actores de primer orden en las elecciones locales previstas para el próximo 22 de mayo. Estudiantes, jóvenes, jubilados e inmigrantes, convocados a través de las redes sociales, recrearon una escena que se ha vuelto familiar a lado y lado del mediterráneo. De Marsella a Atenas, de Túnez al El Cairo, las calles se convirtieron en la arena privilegiada para proyectar alternativas a unos modos devaluados de entender los procesos democráticos, siempre que estos encubren prácticas autoritarias con diseños institucionales sofisticados que no superan su enunciación formal y legitiman ordenes sociales que creen suficiente equiparar la democracia con el mercado. 

En sus manifiestos se traduce la impotencia de quienes no encuentran en la sociedad civil organizada tradicional, como el movimiento estudiantil o los sindicatos, respuestas a unas realidades que no encajan en los discursos de las capillas progresistas. Por ello se plantea un consenso inicial que se orienta a la instrumentación de prácticas y mentalidades democráticas que pongan freno a “la indefensión del ciudadano de a pie [frente a] la corrupción de los políticos, empresarios, banqueros…”, según lo señala “¡Democracia real ya!”, así como revertir las medidas implantadas por un modelo económico que está dando lugar a que “la juventud más preparada de nuestra historia vivirá peor que sus padres”, como bien lo ha repetido “Juventud sin futuro”. 

Las imágenes son significativas. Los miles de jóvenes, y no tan jóvenes, que sufren el desempleo (40% de desocupación en su segmento poblacional) salieron a las calles y sacudieron las certezas de una sociedad que parecía haber encontrando la fórmula del éxito. Por ello se podría pensar, inicialmente, que su impacto sobre las preferencias electorales y el rechazo a los candidatos PPSOE el fin de semana próximo será demoledor, aunque de acuerdo con los análisis de prensa, los perjudicados se ubicarían únicamente a la izquierda. 

Sin embargo, poco importa cuál sea su incidencia en las elecciones del próximo 22 de mayo porque el trabajo pareciera estar hecho. La reacomodación de las cargas en el interior de esa sociedad por el distanciamiento de los ciudadanos con el centro poder, parece no tener reversa. De ahí que quizá se hayan sentado los cimientos de un movimiento social que abandona la retorica antisistémica y encuentra que la democracia es la única respuesta posible a las tensiones de nuestro tiempo. 

Movimiento que pareciera entender que las luchas son en contra de la dictadura de la sin razón autoritaria disfrazada de Estado de derecho, emulando las reivindicaciones del Magreb, así con naturalización de un modelo democrático de mercado que, paradójicamente, representa la mayor dictadura de nuestros tiempo.