La aversión hacia los Emos, tan común dentro de las “tribus” urbanas, pasó de la amenaza anónima e inmaterial al acto criminal. Publica el El Tiempo el 10 de Abril que “por ser 'emo', menor fue apuñalado por dos estudiantes al salir del colegio". El odio hacia estos jóvenes se evidencia en las redes sociales. Grupos como “Un millón de voces contra los emos” o “Muerte a los emos” abundan en el Facebook y a nadie pareciera importarle. Este llamado a la muerte no sería preocupante de no ser porque en Colombia las amenazas se convierten, a la vista de todos, en una sentencia de muerte.
¡Yo soy lo que soy, porque no soy como tú! Con estas identidades negativas los grupos juveniles definen sus rituales y prácticas, entre las cuales la violencia se revela, en contextos ajenos al nuestro, como un último recurso a la hora de reivindicar su existencia. En nuestro país, sin embargo, recurren a la exclusión por la vía de las armas como dispositivo privilegiado a la hora de diferenciarse del otro, aún cuando el sustrato del cual devienen sus antagonismos es de una banalidad pasmosa. Las razones que se aducen para atentar contra los Emos, tomadas de los foros virtuales del Facebook, se ubican entre la autenticidad y la identidad sexual.
Dado que la apariencia de estos jóvenes oscila entre el gótico, el metal y el punk, estas tribus urbanas ven en la estética de los “emos” una amenaza a su propia identidad, con el agravante de deber su origen a una moda, a una motivación exclusivamente comercial. Sin embargo, es paradójico que estas mismas tendencias deban su estética a modas definidas en las metrópolis y hayan sido concebidas, en muchos casos, más como estrategias de mercadeo que como reacción o propuesta contracultural.
El punk, por ejemplo, que es la estética arquetípica de lo alternativo durante los últimos treinta años, en sus origenes fue parte de una estrategia comercial definida por Malcom McLaren, manager de The Sex Pistols. ¿Este hecho la invalida? Por supuesto que no. A pesar de emerger como una moda, el Punk y su propuesta musical impactaron positivamente en el despliegue de las luchas políticas alternativas y libertarias en la Inglaterra de finales de los 70s.
De otro lado, los cuestionamientos más vehementes en contra de esta nueva “tribu” no provienen de la pugnacidad subcultural desde la cual los grupos construyen su identidad, sino de la manera como los “Emos” invierten el binomio Hombre/Mujer y logran por la vieja vía de la provocación desplegar su identidad y afianzarla desde el reconocimiento negativo de todos aquellos que se sienten vulnerados por esta estética emergente. Para “Un millón de voces contra los Emos”, por ejemplo, su rechazo se basa en que “les gusta el rosado, lloran, le toman fotos al pelo, los rubios se tiñen de negro y los morenos de güero, son mas vanidosos que las viejas están a la moda”.
¿Lo anterior justifica el que las “tribus” urbanas se debatan entre la vida y la muerte? Evidentemente no. Pero cabe preguntarse ¿por qué para éstas?, a pesar de la vacuidad de sus motivaciones, la violencia se convierte en un recurso irrenunciable. Una respuesta posible es que, a pesar de apropiar tendencias emergentes o alternativas, nuestra juventud no modifica las prácticas y discursos tradicionales propios de la colombianidad en los que, por ejemplo, la violencia es un mediador social legitimado.
Lo triste de este caso es que nuestra sociedad no da muestras de avanzar en la transformación de sus más acendrados antivalores, máxime cuando su juventud, motor privilegiado para la transformación social, en lugar de valorar la posibilidad de ser distinto, perpetúa y socializa la violencia como instrumento legitimo para la afirmación de su propia individualidad. Con sus prácticas, nuestros jóvenes y sus “tribus” urbanas nos remiten más a rituales atávicos cercanos al canibalismo, que a sujetos que reivindican su existencia en la ya tardía modernidad.
Alejandro Pérez
¡Yo soy lo que soy, porque no soy como tú! Con estas identidades negativas los grupos juveniles definen sus rituales y prácticas, entre las cuales la violencia se revela, en contextos ajenos al nuestro, como un último recurso a la hora de reivindicar su existencia. En nuestro país, sin embargo, recurren a la exclusión por la vía de las armas como dispositivo privilegiado a la hora de diferenciarse del otro, aún cuando el sustrato del cual devienen sus antagonismos es de una banalidad pasmosa. Las razones que se aducen para atentar contra los Emos, tomadas de los foros virtuales del Facebook, se ubican entre la autenticidad y la identidad sexual.
Dado que la apariencia de estos jóvenes oscila entre el gótico, el metal y el punk, estas tribus urbanas ven en la estética de los “emos” una amenaza a su propia identidad, con el agravante de deber su origen a una moda, a una motivación exclusivamente comercial. Sin embargo, es paradójico que estas mismas tendencias deban su estética a modas definidas en las metrópolis y hayan sido concebidas, en muchos casos, más como estrategias de mercadeo que como reacción o propuesta contracultural.
El punk, por ejemplo, que es la estética arquetípica de lo alternativo durante los últimos treinta años, en sus origenes fue parte de una estrategia comercial definida por Malcom McLaren, manager de The Sex Pistols. ¿Este hecho la invalida? Por supuesto que no. A pesar de emerger como una moda, el Punk y su propuesta musical impactaron positivamente en el despliegue de las luchas políticas alternativas y libertarias en la Inglaterra de finales de los 70s.
De otro lado, los cuestionamientos más vehementes en contra de esta nueva “tribu” no provienen de la pugnacidad subcultural desde la cual los grupos construyen su identidad, sino de la manera como los “Emos” invierten el binomio Hombre/Mujer y logran por la vieja vía de la provocación desplegar su identidad y afianzarla desde el reconocimiento negativo de todos aquellos que se sienten vulnerados por esta estética emergente. Para “Un millón de voces contra los Emos”, por ejemplo, su rechazo se basa en que “les gusta el rosado, lloran, le toman fotos al pelo, los rubios se tiñen de negro y los morenos de güero, son mas vanidosos que las viejas están a la moda”.
¿Lo anterior justifica el que las “tribus” urbanas se debatan entre la vida y la muerte? Evidentemente no. Pero cabe preguntarse ¿por qué para éstas?, a pesar de la vacuidad de sus motivaciones, la violencia se convierte en un recurso irrenunciable. Una respuesta posible es que, a pesar de apropiar tendencias emergentes o alternativas, nuestra juventud no modifica las prácticas y discursos tradicionales propios de la colombianidad en los que, por ejemplo, la violencia es un mediador social legitimado.
Lo triste de este caso es que nuestra sociedad no da muestras de avanzar en la transformación de sus más acendrados antivalores, máxime cuando su juventud, motor privilegiado para la transformación social, en lugar de valorar la posibilidad de ser distinto, perpetúa y socializa la violencia como instrumento legitimo para la afirmación de su propia individualidad. Con sus prácticas, nuestros jóvenes y sus “tribus” urbanas nos remiten más a rituales atávicos cercanos al canibalismo, que a sujetos que reivindican su existencia en la ya tardía modernidad.
Alejandro Pérez
Bogotá, Mayo 1 de 2008
cuál canibalismo??????????????????????????????????????????????
ResponderEliminarSi los EMOS merecen estar muertos... sobre todo porque son unos ridículos sin personalidad que se escudan en una llamada tribu urbana para justificar su depresión. Han visto los videos y fotos de esa gente lastimándose... no merecen vivir... realmente es asqueroso
Muerte a los emos
El anterior comentarista "anónimo" pertenece a otra tribu: La de los que se creen poseedores de la verdad y, por supuesto, pueden condenar y ejecutar a sus contrarios. Pero si se ubican del lado del frente, se darán cuenta que podrían ser medidos con su misma vara. Cosas del fanatismo fascistoide que abunda en medio de la ignorancia por las calles de la gran ciudad. : "Otario". .
ResponderEliminarel problema es que todas estas tribus urbanas presionan las fronteras de las relaciones sociales de tal forma que tratan de que los parametros de interaccion individual sean mas amplios y que incluyan ciertas prácticas que la mayoría de los individuos conciben como no aceptables socialmente.... no es malo llevar más allá a dichas fronteras el problema es que el cambio mental que esto implica sucede de forma lenta dentro de los individuos que se consideran conservadores en su forma de ver la vida en sociedad... es asi como chocan y se constriñen en debates que pasan de lo meramente sociologico a los juicios de valor dentro del ámbito de una moralidad que en este caso actúa como supresor de estas nuevas formas de pensamiento
ResponderEliminarAlejandro, tienes mucha razon en todo lo que escribes en tu blog, esa es la triste realidad aunque muchas personas no lo entiendan, o no lo quieran entender te felicito por lo que escribes y de verdad que a mi me hizo reflexionar muchooo!!!
ResponderEliminarNada...como dice mi mama...cada quien puede hacer de su rabo un candelero....cada quien es libre de expresar su insatisfacción o sus deseos de la forma que mejor se sienta...y por qué no dandose golpes contra la pared...al que le duele es al que lo hace...no al que lo ve...no será que el que lo ve y lo juzga quiere sentir el mismo dolor de satisfacción que esta experimentando el Emo al sacar su rabia del alma dandose contra las paredes?...tal vez todos esos intolerantes tienen algo de emos en su corazón...."lleva tu emito en el corazón" podría se la frase para esta publicación.
ResponderEliminareso debe ser imhuano
ResponderEliminarnadie tiene derecho a privar de la muerte a nadie si los emos son asi y a ti no te gusta de malas vive tu vida porque te tienes que meter en la vada de los demas a ti q te importa es su vida no la tuya cada quien vive su vida como le de la regalada gana y nadie tiene porq meterce es su vida no la tuya y no soy emo lo que pasa es que respeto los diferentes pensamientos y no entiendo porq se meten en la vida de los demas
ResponderEliminarMuchas gracias por tu valioso aporte. Aunque, a decir verdad, por tu comentario parece que no entendiste nada.
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